miércoles, 2 de marzo de 2016

Cosmos y La Perimetral


Una odisea en el espacio y el tiempo


Dos destinos han quedado indelebles en mi hoja de ruta en el mes marzo: La Perimetral y Cosmos. El primero, enmarcado dentro del Proyecto Apostólico Regional de Provincia de la Compañía de Jesús y señalado en la agenda como experiencia de campo en un sector periférico de Cartagena de Indias; el segundo, una cita ante el televisor con Nat Geo Channel para el lanzamiento del primer capítulo de la serie Cosmos.

Ambos viajes despertaron sentimientos, emociones, impulsos, disertaciones y preguntas que se entrelazaron, pasando por eventos adversos y favorables para conseguir el fin esperado de sumergirse sin temores en la materia oscura o en la terra incognita: Una sociedad más justa y participativa para todos. Toda una odisea en el tiempo y en el espacio.

Si cosmos es la antítesis de caos, significando armonía y orden, de dónde sale un barrio tan caótico, desordenado, con indignas condiciones de vida, rodeado de aguas putrefactas, traspasado por un caño nauseabundo, próximo a agujeros negros llamados Meningitis y Hepatitis, donde la delincuencia es el ADN que sellará la genética de la población.

Cuál fue la molécula equivocada que extravió su camino evolutivo y se coló en la sangre de una humanidad que permite se asesine a machetazos a cualquiera, donde personas y animales mueren con las entrañas regadas en las aceras. Miles de años de evolución, el Cosmos preparando el gran evento de la formación del planeta Tierra, para que en un segundo, la vida que ha tardado el tiempo inimaginable y ha viajado por siempre en el espacio, terminé tan abruptamente. Qué catástrofe planetaria tan desgarradora es la pobreza, quién ha permitido este canibalismo galáctico; la leche que la diosa Hera regaló a la Vía Láctea ha sido embotellada sólo para el paladar de unos pocos privilegiados, que se creen dioses o receptáculos de la ambrosía.

El Cosmos nos pertenece a todos, su conocimiento está al alcance popular, sólo tienes que encender la TV y allí están las maravillas del Universo de la mano del Dr. Neil De Grasse Tyson. Sin embargo, al abordaje de esa nave se le ha pasado tarjeta de invitación sólo al 30% de la humanidad; en barrios como La Perimetral los derechos humanos son de semántica imprecisa y al indagar en el diccionario cotidiano da error en la búsqueda: No hay TV cable, internet, teléfonos, alcantarillado,  vigilancia, recolección de basuras, hospitales, recreación, Dios, Biblia, ni educación. Comandantes altruistas, aborten misión estelar “Objetivos del Milenio”, no se dan los mínimos aceptables para el cumplimiento de los estándares de seguridad en el hangar de La Justicia: los chips Libertad, Bienestar y Virtud están congelados.

Ahora en las pantallas aparece la invitación para vivir un episodio más favorable en el viaje hacia La Perimetral y Lipaya solicitando la presencia de Jesucristo, el ‘mártir de la ciencia del Calvario’, trascendental para el éxito de la misión “Proyecto Apostólico de Regionalización”. Qué Él tome el mando de esta nave y con su inspiración nos guie a través del tiempo y del espacio rumbo al 70% de la humanidad que no tiene ni idea de lo que es Cosmos.

Que sepamos percibir las señales de sufrimiento que nos llegan a través de los radiotelescopios, responder impulsados por el Evangelio y discernir para actuar consecuentemente con lo expresado por el Padre General Adolfo Nicolás, SJ: “Son grandes los desafíos que se tienen para consolidar el modelo de regionalización: tener en cada región quién lidere el proceso; que los colegios actúen como plataforma de apoyo; que se trabaje en espíritu de colaboración con otros; y que se logre la articulación de las obras llamadas transversales porque tienen una irradiación nacional con las regiones.”

“Standing up in the Milky Way”, contigo y conmigo, con todos los viajeros que quieran abordar la nave hacia mundos desconocidos u olvidados como Lipaya, La Perimetral, Barlovento, Las Colmenas, Rebolo, Pinar del Río, Las Flores, Las Cayenas. Con este plan de vuelo, lancémonos a la odisea de combatir la pobreza a la luz de los valores evangélicos y cívicos, asumiendo compromisos concretos con los menos favorecidos para la construcción de una sociedad más justa y participativa. Sólo así Cosmos será patrimonio de la Humanidad.

martes, 1 de marzo de 2016

Rimbombante Júpiter

Cuál es el alboroto, cuál es el evento astronómico del siglo...

Qué rimbombante está Júpiter.

 

El jueves 25 de febrero de 2016, recibí una llamada de una amiga que dirige una biblioteca infantil. Quería que le ayudara a organizar una actividad para la observación de un planeta.
 
En el periódico de la ciudad dicen que es importante, me dijo.

Me tomé el trabajo de buscar el mentado acontecimiento. Qué raro, si ya revisé las efemérides astronómicas y no hay nada que llame mi atención. Entonces, me fui a la biblioteca del colegio donde trabajo y pedí prestado el periódico del día y esto fue lo que encontré.



Transcribo el artículo y dejo mis comentarios en rojo.

El gigante Júpiter se dejará ver en todo el mundo


Título rimbombante.

Por: Jahel Mendoza

Quién será esta persona: Periodista o astrónomo. El periódico no explica.

El mayor planeta del sistema solar podrá ser observado a simple vista desde cualquier parte de la Tierra el 8 de marzo, a partir de las 6 de la tarde, sin ayuda de telescopio o binoculares.

Pero, si este planeta se está observando desde enero hasta la fecha en el cielo nocturno. Cierto: Sin ayuda de instrumentos ópticos.

El 8 de marzo, en las horas de la noche, el Sol, la Tierra y Júpiter formarán una línea recta, que permitirá que este último pueda divisarse en el cielo terrestre.

Pamplinas, los planetas no circulan por la eclíptica; entonces, en dónde está lo novedoso.

Una vez cada 13 meses, la Tierra se encuentra directamente en la línea entre Júpiter y el Sol, suceso que es denominado por los astrónomos como la ‘oposición de Júpiter’. Esta posición permite que el planeta más gigante del sistema solar se ubique en su punto más cercano a la Tierra, además de ser completamente iluminado por el Sol. Todos estos efectos juntos convierten –por esa noche– a Júpiter en el astro más brillante del cielo nocturno y en el segundo planeta más luminoso de la galaxia, después de Venus.

Júpiter en oposición, facilita observación. Aquí está 'la noticia'.

El astro se alzará por el este sobre el atardecer y subirá a su punto más alto a medianoche. Después, se pondrá por el oeste al amanecer (sobre las seis de la mañana). Como se encuentra en el lado opuesto al Sol, se podrá ver en cualquier momento de la noche, pero será especialmente visible a partir de las 12.
A las 12 Júpiter se encontrará en el Zenit. Para verlo, tendremos que acostarnos en una colchoneta. Si no, terminaremos con tortícolis. Si decidiéramos utilizar telescopio o binoculares, estos deberían quedar en posición casi vertical. Terrible. Este señor no sabe que lo interesante de este plante requiere de artefactos ópticos. Ya me imagino a la gente diciendo: ¡Y para ver ese punto en el cielo, me has hecho venir hasta acá!

 
“Técnicamente, la oposición es una configuración de dos astros que se encuentran con relación a la Tierra, en dos puntos del cielo directamente opuestos. En este caso, se forma una línea recta entre el Sol, la Tierra y Júpiter. Siendo el Sol y Júpiter los dos astros opuestos”, explicó Orlando Méndez, director del Planetario de Combarranquilla, quien también aseguró que Júpiter se podrá distinguir de otros cuerpos como las estrellas debido a que la luz de estas es intermitente, mientras que la de los planetas se mantiene fija. Asimismo, se diferenciará de la Luna, ya que esta, por su cercanía, se ve más grande.

Bla, bla, bla, bla.

Júpiter por su parte, a pesar de ser el más grande de la Vía Láctea, está a una distancia considerable que no le permite verse del mismo tamaño del satélite.

Para esta época, habrá entonces dos planetas resplandecientes en la galaxia. Sin embargo, no habrá riesgo de confundir a Júpiter con Venus, ya que el primero comenzará a hacer su aparición con el atardecer, contrario a Venus, que se puede observar desde el amanecer. “Cuando Venus va saliendo por el este, Júpiter se va ocultando por el oeste”, precisó el experto.

Mejor dicho, si el sistema solar es como una cosita insignificante en la galaxia. Exagerado. Resplandecientes para nosotros; pero en la galaxia, buchiplumas.

Guía para verlo

Júpiter se podrá ver sobre el horizonte de Barranquilla –hacia el este– a partir de las 6:30 de la tarde del 8 de marzo, aunque su punto de mayor visibilidad –ya que estará ubicado en el punto más alto de la bóveda celeste– será a medianoche. Las personas a simple vista vislumbrarán un punto de luz brillante.

https://identidadaragonesa.files.wordpress.com/2015/06/foto-7-nincc83o-mirando-el-cielo-foto-de-jl-lamadrid.jpg
Incómoda posición
 
Qué les dije...

Para todo aquel que quiera observar con mayor detalle, en la terraza del Planetario de Combarranquilla, sede Boston, se habilitarán, hasta las 9:30 de la noche, los telescopios.

Digan qué es lo que verán de verdad. Simplemente a Júpiter y ya. Fontocherías.

El fenómeno de la oposición

Uf. Súper fenomenal... Ni tanto. Algo que se presenta con los planetas exteriores durante todo el año. Si es cierto que a simple vista sólo se observaría este fenómeno con Júpiter y Saturno;  con Urano, Neptuno y Plutón es imperativo el uso de ayudas como telescopios y oculares; pero, aclaro, no cualquier ocular.

Es un aspecto o configuración en el cual dos astros que se encuentran, en relación a la Tierra, en dos puntos opuestos del cielo forman una especie de línea recta.

Solo los planetas exteriores –Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno– y la Luna pueden encontrarse en oposición al Sol. En este caso, la Tierra se encuentra entre el Sol y dicho planeta, que ocupa su posición más cercana a la Tierra y es iluminado completamente por el Sol, por lo que se hace visible durante toda la noche, facilitando así las condiciones de observación telescópica.

Mejor dicho, amiga bibliotecaria. Por qué no esperamos al próximo mes y veremos a varios planetas al anochecer. Así vale la pena movilizar a la gente e inventarnos la 'noticia'.

¿Esta no es una noticia como vulgarmente diría un barranquillero 'ESPANTAJOPO'?

 

viernes, 26 de febrero de 2016

Júpiter y la Luna


Noche del 23 de febrero de 2016, a las 8:30 pm. Júpiter y 'Snow Moon'. Tomadas artesanalmente, haciendo malabares con la cámara del celular y unos binoculares. El punto blanco, casi imperceptible, al lado izquierdo de la Luna en algunas fotos, es Júpiter.

Creo que debo desentrañar los misterios de los binoculares. Amansar la cámara y hacer un curso rápido de fotografía. Ha sido un poco difícil tomar las evidencias de fenómenos astronómicos. El procedimiento de tratar de ensamblar la lente de la cámara con el ocular de los binoculares ha sido dispendioso, incluso intentando la ayuda de un adaptador: El lente entra y sale; después de varios intentos de enfocarse así misma termina saliendo un aviso de error en la pantalla de la cámara.

Verificar que los binoculares esté apropiadamente ensamblados en el trípode.

Comienzo analizando bien los binoculares: Todo debe estar adecuadamente cuadrado. Ajustar el anillo de dioptrías. Para eso debo ponerme nuevamente mis anteojos, porque si no lo hago los binoculares quedarán cuadrados de acuerdo a mi limitación visual y no como realmente debe ser ajustados.

Después voy a la rueda de enfoque central y ajusto que la imagen se vea nítida. Como uso anteojos, también debo doblar las copas de los binoculares un poco hacia abajo. 


 
 
En la imagen siguiente, observamos los goznes o bisagras para el ajuste de distancia entre los ojos.



Verifico: Distancia entre ojos, perfecto; dioptría y enfoque, excelentes.

Los binoculares, perfectos.

 
 
 
 
 
Gosky Fully Metal Telescope

Compré este adaptador para cámaras y celulares. Muy bueno. Pero, me falta habilidad, alguna fotos me salen bien, otras, un poco borrosas. Aún no logro cuadrar que el lente de la cámara quede apropiadamente ensamblado en el ocular del telescopio o en el ocular de los prismáticos.
 


 
Foto tomada sin ayuda de binoculares:
 
El punto diminuto al lado izquierdo de la Luna es Júpiter, imagen captada directamente sin binoculares o telescopio.
Ha sido muy difícil tomar la fotografía con un celular, adapatador y binoculares.

 

No logré manejo de las luces. Intenté con mi celular.


Se descuadró el prismático:


Por qué me sale este rayo de luz blanca...

 
Seguiré intentando y haciendo el análisis de loe errores que cometo en el intento de tomar una buena foto. En dónde quedó Júpiter, no aparece al lado izquierdo de la Luna y allí debería estar.

Agrupamiento planetario

O será un meeting

Así estará el cielo al amanecer , mirando hacia el sureste, el día 1 de marzo de 2016, a las 4:00 am.



Constelación del amanecer: Escorpión. Domina el cielo, majestuosa e imponente.
 
 
 


 

Escorpión en otras latitudes

En el centro de la fotografía, Scorpius en su tránsito por el sur sobre las cumbres de los Pirineos franceses. Las estrellas de la izquierda pertenecen a la constelación de Sagitario
 
Tomado de: https://bitacoradegalileo.files.wordpress.com/2010/06/scorpius-asterism.jpg
 
 
 

martes, 23 de febrero de 2016

La brisa de Barranquilla tiene una cosa qué maravilla

Las brisas decembrinas en la literatura y cultura popular del barranquillero

http://revistas.elheraldo.co/latitud/las-vueltas-que-da-la-brisa-136636

Febrero/2016
 
Por: Jesús Rico
El frente frío de esta semana provocó olas de gran altura en Puerto Colombia.
 

¡Las vueltas que da la brisa!

Domingo, Enero 24, 2016 - 00:00
Por: Joaquín Mattos Omar
El sábado 20 de noviembre de 2015, a las 6:45 p.m., corría una delicada brisa por el malecón del caño de las Compañías, junto al restaurado edificio de la Intendencia Fluvial. No era una brisa constante; soplaba sólo a rachas, pero hacía agradable el ambiente. A su paso, lentas ondas se dilataban en las aguas del caño. Inclinándose hacia éstas, la rama de un almendro –como en cierto poema de Álvaro Mutis– hacía pausadas y solemnes genuflexiones. A cierta distancia, las luces del alumbrado público de la avenida del Río, al reflejarse en la espesa corriente, formaban unas a modo de brillantes serpentinas que calaban en el agua y se movían apenas en un suave, muy suave contoneo.
El sábado 5 de diciembre, el escritor Diego Marín Contreras se quejó en su columna de ese día en EL HERALDO de que la brisa no se decidía aún “a realizar su sagrado arribo” a Barranquilla. Decía: “Hay como atisbos, como vanos y vagos anuncios (…), tímidas apariciones fugaces de una brisita pudorosa y mojigata”. Y añoraba luego “la brisa tremolante de los tiempos idos”. El título de su columna aludía a una canción muy popular en toda la Costa Caribe: “Diciembre llegó sin su ventolera”. (La canción, un porro de Rufo Garrido cantado por Toni Zúñiga, se llama Brisas de diciembre y famosamente dice: “Diciembre llegó con su ventolera, mujeres, / y la brisa está que lleva el mundo de placeres”).
Sin embargo, al día siguiente, la radio anunció la buena nueva. En efecto, durante la transmisión del partido de cuartos de final Junior vs. Santafé, que se iba a celebrar en el estadio Metropolitano a partir de las 5:00 p.m., los locutores de Emisora Atlántico aseguraron, minutos previos al juego, que hacía “un domingo radiante y con brisas” y puntualizaron que se trataba del primer día típicamente decembrino que se vivía en la ciudad. Uno de ellos observó: “Diciembre antes se metía desde noviembre, pero este año comenzó apenas hoy, 6 de diciembre”.
El lunes 7, en un artículo sobre las escenas de una película relativa al carnaval de Barranquilla que se habían rodado la tarde anterior en el barrio El Prado, EL HERALDO confirmó el hecho. En un aparte de la noticia, indicaba: “Aunque el sol de las 12:30 p.m. resplandecía, como sucede durante la festividad carnavalera, la brisa decembrina ayudaba a disipar el calor”.
 
Pero el viernes 12, a las 5:30 p.m., en la sala de mi apartamento, situado en las inmediaciones de la calle 72, observé que la brisa provocaba apenas una tenue y vacilante ondulación en la cortina de la amplia ventana que da a la calle: la englobaba un poco y, al retirarse, la atraía hasta adherirla a la reja de hierro forjado. A través de la ventana, veía la gran copa espesa de un árbol de mango que, a lo lejos, se elevaba por detrás de la azotea de un edificio: sólo había un casi imperceptible disturbio entre sus hojas.
Cuatro días después, los datos seguían siendo desalentadores. El martes 15, a las 8:48 p.m., por ejemplo, Vicky Chedraui, una amiga residente en el barrio La Concepción, publicó un post en Facebook: “Felices fiestas decembrinas. Aquí, esperando las brisas y nada”.
***
En las zonas costeras de la Región Caribe es donde el viento sopla en promedio con mayor velocidad en toda Colombia durante el año, sobre todo en las de los departamentos del Magdalena, Atlántico y Bolívar. Las velocidades más altas se registran allí en los meses de diciembre, enero, febrero y marzo. Ese viento intenso procede, como se sabe, de un sistema de alta presión atmosférica situado en el océano Atlántico, por encima de 20º latitud norte, y cuyo régimen de circulación normal lo lleva a migrar, en el sentido de las manecillas del reloj, hacia el Ecuador. Son los famosos vientos alisios del noreste.
Para limitarnos al caso de Barranquilla, hay que señalar que estudios realizados por el Ideam en el período comprendido entre 1981 y 2010 indican que los meses en que los alisios del noreste soplaron en promedio con la máxima velocidad durante esos seis lustros fueron los de febrero y marzo, en los que registraron valores superiores a los 4,8 metros por segundo, esto es, algo más de 17 kilómetros por hora.
Dado que, como hemos expresado, los alisios llegan a Barranquilla y, en general, a la Costa Caribe en diciembre, en el imaginario colectivo de la ciudad y de la región solemos asociarlos sólo con ese mes, si bien, como lo muestran los datos del Ideam, no es en diciembre cuando suelen soplar con mayor intensidad. Pero la expresión “brisas de diciembre” (o “brisas decembrinas”) está integrada a nuestro sistema mental y emotivo. No importa que las brisas alcancen más fuerza en febrero y marzo: siguen siendo las brisas decembrinas, que se prolongan por tres meses más.
Se diría –y, de hecho, se ha dicho– que el nombre y la noción de diciembre tienen para nosotros el significado de la primavera (una primavera que se inicia a veces incluso desde noviembre y que se extiende hasta antes de las lluvias de abril), no sólo por el dulce frescor con que las brisas suavizan la temperatura, sino porque es propio de los alisios del noreste crear un tiempo seco, lo que se expresa en el paisaje a través de un aire cristalino y unos cielos límpidos y radiantes. 
Ya en 1950, en su columna “La jirafa”, publicada en EL HERALDO, García Márquez escribe: “Diciembre, entre nosotros, ha desempeñado siempre con mucha propiedad la comedia de la primavera”. Y unos años antes, en 1944, en el poema “Canciones de diciembre”, incluido en su libro Sitio del amor, Meira Delmar dice: “Diciembre barre su cielo / de nubes blancas y grises / con escobillas de viento”. Hacia el final del capítulo tres de Memoria de mis putas tristes, del mismo García Márquez (novela que está ambientada en la Barranquilla de los años 1950), el protagonista, tras contar que sintió en la madrugada “un rumor de muchedumbres en el mar y un pánico de los árboles”, nos aclara que se trataba de “diciembre que volvía puntual con sus cielos diáfanos, las tormentas de arena, los torbellinos callejeros que desentechaban casas y les alzaban las faldas a las colegialas”. En ese mismo episodio habla de “las ráfagas de diciembre” y cuenta que, en el espejo del baño, le escribió a su durmiente amada infantil, en cuya alcoba se hallaba, este mensaje: “Delgadina de mi vida, llegaron las brisas de Navidad”.
Brisas de Navidad, ráfagas de diciembre, ventoleras decembrinas: variantes estilísticas para expresar un concepto de tal arraigo entre nosotros que, siguiendo con las referencias literarias, figura incluso en el propio título de la reconocida y ambiciosa novela de una gran escritora barranquillera, Marvel Moreno: En diciembre llegaban las brisas.
Para encontrar en nuestras expresiones artísticas una vinculación de los alisios con un mes distinto de diciembre, hay que recurrir otra vez a García Márquez: en Vivir para contarla, evocando el célebre viaje que hizo con su madre a Aracataca para vender la casa de sus abuelos, y que emprendieron desde Barranquilla, según él, “la noche del sábado 18 de febrero de 1950 —vísperas del carnaval—”, dice: “Los vientos alisios estaban tan bravos aquella noche, que en el puerto fluvial me costó trabajo convencer a mi madre de que se embarcara”. Asimismo, en la canción La Guacherna, de Esthercita Forero, los alisios también soplan en vísperas del carnaval, en enero o febrero, esparciendo cumbias por los aires: “Faroles de luceros / girando entre la noche / la brisa es un derroche / de sones cumbiamberos”.
***
El viernes 18 de diciembre último, cuando salía del ambulatorio de la EPS Sura situado en la carrera 50 entre las calles 79 y 80, sopló una ráfaga estremecedora, que removió con autoridad todos los árboles de esa cuadra y nos envolvió a todos los que por allí nos encontrábamos en un rumor clamoroso y en una súbita felicidad térmica. Sin detenerme, avancé hacia la calle 76 por la carrera 50, contento de que ahora sí hubiera llegado, de que ahora sí se hubiera instalado con su equipaje completo para quedarse en definitiva en su larga temporada de costumbre.
Pero cuando me hallaba a mitad de la cuadra siguiente, entre las calles 79 y 76, comprendí que se trataba otra vez de una falsa alarma: la brisa era apenas lo bastante fuerte para hacer ondear con alegría las pequeñas banderas izadas en la fachada de un restaurante, pero incapaz de mecer un solo follaje; sólo algunas hojas caprichosas se le rendían.
Sin embargo, el sábado 26, a media mañana, tomé un taxi en la calle 72, y sólo para buscar el testimonio del taxista al respecto, le dije, en cuanto cerré la portezuela del vehículo: «Y nada que se mete la brisa». El hombre, de unos 40 años, me dijo: «Bueno, hoy a las cinco de la mañana, cuando traía a un cliente de Salgar para Barranquilla, la brisa estaba soplando tan fuerte en la carretera que me hizo bambolear el carro». El carro era de los que llamamos un “zapatico”. A continuación, se explayó en la anécdota: «Y la señora del servicio doméstico del cliente, que también venía en el taxi, me contó que a mitad de la noche la brisa le había abierto de par en par la ventana del cuarto y que a partir de ese momento tuvo que apagar el ventilador porque hacía mucho frío». Comenté que tal vez se debía al hecho de que Salgar está a la orilla del mar. Me precisó que el cliente, como él lo llamaba (un militar retirado a quien venía haciéndole carreras desde hacía varios años), vivía en una cabaña situada en las afueras de Salgar. «Con razón», le dije, recordando que, en efecto, cuanto más expuesto esté un lugar al mar Caribe, más intensa es en él la influencia de los alisios.
Ese mismo sábado por la noche fui al centro comercial Buenavista. Paseé un largo rato por sus alrededores y mi entusiasmo no pudo ser mayor: todo el tiempo estuvo corriendo una brisa vigorosa, envolvente, sonora, que ahora se batía contra tu pecho, ahora te empujaba por la espalda, y se arremolinaba y ululaba en la concha de la oreja. Supe que por todo ese sector –el de los barrios El Tabor, Miramar, Villa Santos, El Poblado– venía soplando así desde hacía unos 15 días. A algunos peatones les alborotaba el cabello. Hacía tremolar hasta el vértigo ciertos enormes pendones publicitarios, arrancándoles un sonido parecido a un tableteo sordo. En los árboles de copa enorme y densa, como el mango y el nim, producía el movimiento de una amplia y lenta marea interna: las hojas parecían no moverse individualmente, sino por bloques macizos. En cambio, algunas palmeras frágiles se inclinaban hacia un lado –se veían humilladas– y sus ramas se zarandeaban completamente a su merced. Y sucedía que, tras un momento de calma, de pronto una ráfaga atravesaba el follaje de un roble y se llevaba por delante, una a una, sus hojas, haciendo que sonaran como un instrumento que alguien tañera.
***
En los días que siguieron, los noticieros de televisión presentaron informes desde las playas de Puerto Colombia en que reportaron que, por efecto de los alisios, las olas alcanzaban alturas de hasta cuatro metros.
El 31 de diciembre, los barranquilleros, reunidos en familia en los porches y en las terrazas de sus casas, disfrutaron de una Nochevieja fresca, venteada, rumorosa. Una Nochevieja meteorológicamente feliz. Y al día siguiente, durante el acto de posesión del nuevo alcalde, Alejandro Char, todos vieron cómo la brisa, juguetona, le tumbó de la cabeza el solideo escarlata a monseñor Víctor Tamayo, obispo auxiliar de la ciudad, quien, luego de recuperarlo, prefirió guardarlo en el bolsillo de la sotana.
Pero el domingo 3 de enero amaneció nublado. Al abrir las ventanas, hubo entre la gente una sensación de desencanto al ver que, a las 6:20 de la mañana, en lugar de inundarse de claridad, el interior de las casas continuaba todavía en penumbra. Al mediodía, una amiga que hablaba conmigo por teléfono, se quejó de que durante toda la mañana había hecho calor. «No se mueve ni una hoja», rezongó.
Y ésa fue la tónica durante los días posteriores: rachas intermitentes que iban desde mansos vientecillos hasta ráfagas que prorrumpían en fuertes silbidos; períodos de total calma; cielos brillantes, cielos ligera y parcialmente nublados; la temperatura, sin embargo, ha sido en general agradable: durante este mes, la media máxima ha sido de 31.5 °C y la media mínima de 23.5 °C.
 Mi impresión seguía siendo que esta vez los alisios no se habían instalado a plenitud, como lo hacían en “los tiempos idos”, y lo más expedito era atribuir esa situación a la bestia negra del cambio climático, si bien tuve presente que en el pasado lejano nuestra primavera decembrina también sufrió trastornos, como consta en el testimonio arriba citado de García Márquez en Vivir para contarla, pues ese sábado 18 de febrero que él evoca allí no sólo estaban “bravos” los vientos alisios, sino que, según lo indica en el mismo pasaje, caía “un aguacero diluvial fuera de tiempo”.
Consulté todo esto con un ingeniero meteorólogo; me explicó que los cambios que sufre el clima se deben a que es un ente vivo y que, como tal, siempre está cambiando. «No todos los años el clima tiene las mismas características», me dijo. Esa variabilidad puede hacer que, por ejemplo, la dirección de la circulación de los sistemas de presión cambie de manera radical. Pero, a continuación, me recordó lo que la comunidad científica mundial, las Naciones Unidas, Greenpeace, los editorialistas y el papa Francisco han venido sosteniendo y el Acuerdo de París acaba de ratificar: «Los humanos, con la contaminación atmosférica, somos los que más influimos en el cambio climático».
Pero he aquí que hoy, jueves 21 de enero, día en que pongo fin a estos apuntes, la brisa está soplando en Barranquilla como nunca, o como siempre (históricamente hablando). Lo viene haciendo así desde varios días atrás. Ahora sí no hay duda alguna (porque la más mínima se la han llevado sus propias ráfagas categóricas): ha tomado plena posesión de la ciudad, a la medida de nuestros mejores recuerdos. Y, además, por si fuera poco, el lunes se anunció la llegada de un frente frío ubicado entre la península de Yucatán y la isla de Cuba, que, desde el norte, está sumando su propio caudal de brisas al caudal de los alisios del noreste. No podría haber un final más feliz para esta historia.
Y sin embargo –porque, con respecto al cambio climático, hombre prevenido vale por cien–, prefiero terminar con una jaculatoria: “Oh, dulcísimos Obama, Angela Merkel y Partido Comunista de China, ¡salvad, por favor, nuestras ventoleras decembrinas!”.
 
 
El impacto de la brisa se siente en la recién remodelada Intendencia

Sin ventoleras y puedes ponerte faldas

http://www.elheraldo.co/tendencias/diciembre-llego-sin-su-ventolera-177065

Tendencias
Jueves 11 de Diciembre de 2014 - 12:06am

Diciembre llegó sin su ventolera


 
Foto: Jesús Rico
El cielo azul y despejado es característico durante diciembre, así como las brisas que hacen ondear la bandera de Barranquilla en la rotonda de la calle 17.

Por:  María Margarita Mendoza

Un frente frío en el Caribe y el paso de una onda por el este son los causantes, según el Ideam, del clima lluvioso y de la apariencia nublada que se percibe en la ciudad.
Como oponiéndose a lo que plantea el compositor Rufo Garrido en su canción Brisas de diciembre, diciembre ya llegó y sus vientos aún no se perciben en la ciudad con la fuerza y frescura que siempre los ha caracterizado. (Ver infografía).
 
 
Algunos barranquilleros, como Jéssica Niebles, aseguran que durante este mes, los vientos “no se han sentido como todos los años. Ni siquiera el 7 se sintió tanto la brisa”, expresó la joven de 19 años.
Lo mismo opina Carlos Ulloa, quien explica lo que para él es la causa detrás de la ausencia de vientos. “La verdad, con el cambio climático se ha sentido que la brisa no es igual que los diciembres anteriores. Está lloviendo, no hace frío, el día está gris y nublado”.
Ana María Márquez afirma que los alisios sí han hecho presencia, solo que han disminuido. “Antes se sentían más brisas en horas de la tarde, pero ahora no hay brisas sino después de 7 de la noche”, sentencia la mujer.
Detrás de lo que pueden parecer simples percepciones, hay ciertos cambios en el clima que se están presentando y que podrían explicar el porqué estas brisas, “no se sienten igual”.
Retraso de brisas. Nelson Vásquez, observador meteorológico de la oficina de meteorología del Ideam en el aeropuerto Ernesto Cortissoz, explica que estos vientos alisios inician en diciembre y se sienten con mayor intensidad durante marzo, llegando estos a alcanzar velocidades máximas de hasta 25 nudos, lo que equivale a 40 kilómetros por hora aproximadamente.
Por los vientos, las temperaturas también descienden durante estos meses, el meteorólogo indica que han llegado a registrarse hasta temperaturas de 23 grados centígrados en las horas de la mañana.
 
Vásquez señala que desde hace 10 años aproximadamente el fenómeno de las brisas de diciembre “se ha venido retrasando un poco y se empiezan a sentir con más rigor desde el mes de enero”. Según él, esto se debe a cambios que ocurren en los sistemas que regulan el clima a nivel planetario. “Es posible que cambios en estos sistemas generen a su vez cambios en la presentación de las brisas decembrinas”.
Él aclara que dichos cambios no tienen necesariamente que ver con el calentamiento global, ya que aún no hay un estudio que haya probado esta relación directa. “Se necesitaría un análisis de mínimo 30 años para llegar a esto, porque el clima por naturaleza es variable”.
También argumenta que actualmente sobre el Caribe está atravesando un frente frio, así como ondas tropicales denominadas Ondas del Este, provenientes de las Costas africanas de Cabo Verde. Explica que ambas perturbaciones climáticas se caracterizan por generar nubes, abundantes lluvias y precipitaciones.
Indica además que estos fenómenos climáticos son naturales y periódicos. “El frente se desplazará en cuestión de una semana porque estos frentes van de paso y se alejarán del Caribe”.
El origen de los vientos. Según lo explicado desde Bogotá por Nicolás Cuadros, meteorólogo del Ideam, Colombia está ubicada en un punto que se conoce como la Zona de Convergencia Intertropical, en donde confluyen corrientes de vientos provenientes de los hemisferios Norte y Sur del Continente.
 
“Esos vientos se estrellan y suben formando bandas nubosas que, dependiendo de la época del año, producen las temporadas de lluvia o temporadas secas”, explica Cuadros.
Añade que durante esta época de fin de año, la zona de convergencia se aleja, desplazándose hacia el sur del Continente con lo que “los vientos que vienen del norte no se estrellan contra nada, sino que siguen su curso”.
 
El meteorólogo aclara que el característico cielo azul y despejado que se puede apreciar durante diciembre, en la ciudad, se debe a la ausencia de nubes, las cuales son “arrastradas” por las brisas. “Como los vientos son más fuertes, las bandas nubosas se tienden a formar más hacia el sur (del país) y despejan la parte norte del Caribe”.

sábado, 13 de febrero de 2016

Ventoleras de carnaval

¿Qué pasó con las brisas de diciembre?

Palos porque venteas, palos porque no venteas...

Bajo la leve tramontana, ese viento que viene del noroeste, descrito en las páginas iniciales de la novela La tejedora de coronas, sentada a la sombra refrescante de los bambúes, he estado releyendo un libro titulado Observar el tiempo. Más bien, hojeándolo, un poco inquieta por los pronósticos climáticos adversos, debido al Fenómeno del Niño que nos golpeará contundentemente en este año 2016. 

Genoveva Alcocer remueve sus recuerdos de ese viento, que venía desde los terraplenes a espaldas del convento de Santa Clara, en Cartagena de Indias y narra así sus efectos perceptibles aún en el cuarto mes del año: 


"… subí las escaleras hasta el mirador de la casa de Goltar y lo hallé escudriñando el oeste con su famoso catalejo, el oeste donde el mar desenvolvía todavía, bajo la leve tramontana, las crespas furias que irían decreciendo a medida que abril aplanara sus láminas recalcitrantes y sollamara sus vahos estuosos…"

Diciembre llegó, llegó, con sus ventoleras, mujeres...

Amanecer en Salgar, Atlántico, Colombia, lunes 1 de febrero de 2016, a las 7:00 am.

 Los alisios soplan fuertemente en febrero

La fuerza del viento arquea completamente la palmera




Aunque este diciembre de 2015 llegó a mi ciudad sin sus acostumbradas ventoleras. Tal parece que Eolo estaba muy ocupado por otros lares, porque en Barranquilla ni siquiera una brisa leve se percibía. La ausencia del inmancable viento decembrino me producía inquietud, ya que este signo era una muestra de que el clima podría empeorar.

Inmersa en este panorama no sabía si tendría que seguir pavimentando el patio para evitar el gasto de agua o debía sembrar plantas como las trinitarias que resisten las largas sequías.

Y me preguntaba: Qué va a pasarle a mi pequeño bosquecillo de bambú; qué le sucederá al árbol de limón mandarina injertado, regalo de mi tía Marce(fallecida) y recuerdo de mi papá (que lo trasplantó); igual, al de guanábana, cuyos frutos cosecho en abril; sobrevivirá el árbol de mango, que aún no ha dado su primera cosecha.

Todo este panorama adverso se alejaba mucho de las sensaciones refrescantes que siempre me ha producido la expresión rosa de los vientos. Sólo me viene a la mente un nombre aplicado a los vientos que azotan con fuerza en Barranquilla durante los meses de diciembre, enero y febrero: Los alisios, así de simple la palabra.

Y comienzan a revolotear en mi cabeza imaginarios. Primero, la idea de que en otras regiones del mundo, Europa en este caso, los vientos tienen nombres bastante poéticos: Gregal, albornes, garbi o lebeche. Segundo, juntar rosa, estrella y cielo; tercero, inventarle vientos a Barranquilla.

... Y la brisa está, está, que llena el mundo de placeres...

Siguiendo con la lluvia de ideas, se me ocurre que si a esta rosa de los vientos la juntamos con las Stellæ maris (Las estrellas del mar), tendremos un poema completo que une el cielo y el mar. Cuál rumbo marcaremos en la carta celeste, hacia dónde miraremos en este cielo estrellado de primer trimestre del año. Desde los cuatro rumbos laterales, pasado por los ocho colaterales y siguiendo por los dieciséis co-colaterales. ¿Que ninguno de esos vientos sople aquí en Barranquilla, la ciudad de las ventoleras decembrinas?

Estrella del Mar, rosa de los vientos, estrella náutica; cuál de todos los nombres sería el más poético, para invocarte a ti, oh viento esquivo. Y grito "Stella Maris", como Lope de Vega (1562-1635):

Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre Virgen.
...
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.

Específicamente, el segundo nombre, expresión metafórica como los otros dos, debido a que las puntas  que indican orientación semejan los pétalos de una rosa, es una expresión poética. Haciendo un compuesto lingüístico con las tres expresiones, podríamos decir que la belleza se hace esplendorosa.
 
La dirección del viento aparece en negro; los nombres, en verde; las estrellas y constelaciones asociadas, en rojo.

N 0° (30° × 0) Aparctias, Septentrio, Nordroni, Septentrión. Polar, Alpha ursæ minoris.
NpE       "Guardianas de la Osa" (Dubhe y Merak), Alpha y Beta ursæ maioris
NNE 30° (30° × 1) Meses, Boreas, Aquilo, Nordostroni, Bóreas, Aquilón. Dubhe, Alpha ursæ maioris.
NEpN    Schedar, Alpha Casiopea
Noreste NE  45° (45° × 1) Gregario, Gregal, Greco, Bora. Capella, Alpha aurigæ.
NEE 60° (30° × 2) Caicias, Caecias, Ostnordroni, Gregal, Cecias. Vega, Alpha lyrae
ENE        Arturo, Alpha bootis
EpN       Las Pléyades, Tauro
E  90° (30° × 3) Apeliotes, Subsolanus, Ostroni, Solano, Levante. Altair, Alpha aquilae.
EpS        Cinturón de Orión (Alnitak, Alnilam y Mintaka) Delta, Epsilon y Zeta orionis
ESE         Sirio, Alpha Canis Majoris
SEE  120° (30° × 4) Eurus, Vulturnus, Ostsundroni, Euro, Vulturno. Acrab, Beta scorpii
Sureste SE 135° (45° × 3) Siroco, Chamsin, Marin, Fumeque, Calima. Antares, Alpha scorpii
SEpS      Rigil Kent (aurus) Alpha centauri
SSE  150° (30° × 5) Euronotus, Euronotus, Sundostroni, Euronoto. Canopo, Alpha carinæ.
SpE        Achenar, Alpha eridani
S  180° (30° × 6) Notos, Auster, Sundroni, Noto, Austro. Cruz del Sur.
SSW  210° (30° × 7) Libonotos, Libonotus, Austroafricus Sundvuestroni Libionoto, Libio, Austroáfrico
Suroeste SW 225° (45° × 5) Lebeche, Libeccio, Garbino
SWW  240° (30° × 8) Lips, Africus Vuestsundroni Ábrego, Áfrico, Libis
W  270° (30° × 9) Zephyrus, Favonius Vuestroni Céfiro, Favonio
WNW  300° (30° × 10) Argestes, Corus Vuestnordroni Coro, Argestes
Noroeste NW 315° (45° × 7) Maestro, Mistral, Galerna, Cierzo
NNW  330° (30° × 11) Thrascias, Thrascias, Circius Nordvuestroni Cierzo, Trascias.



La Torre de los Vientos, edificio en forma de torre, de planta octogonal, en Grecia, específicamente en el Ágora romana de Atenas. Se trata de un Horologion o reloj. Sus dimensiones son 12 metros de altura y casi 8 metros de diámetro.
Autor de la fotografía: Chris Brown.


 
La Torre de los Vientos fue construida, en la primera mitad del siglo I a. C., por Andrónico de Cirro, astrónomo procedente de Cirro, Macedonia. En los detalles del friso, se observan a los dioses de los vientos Bóreas (viento del norte, a la izquierda) y Skiron (viento del noroeste, a la derecha)
 
"Los rumbos co-colaterales toman su nombre de los rumbos laterales, agregándoseles "por" (abreviatura p) y en inglés "by" (abreviatura b) para indicar su relación con el rumbo lateral del cual toman su nombre. Se colocan los rumbos colaterales en donde no sea claro entre cuales rumbos van. Por ejemplo, para el viento del nornoreste:
NpE/NbE (Norte+Norte+Este+Norte)— Norte por el Este."
Tomado de Wikipedia.
 

En diciembre llegaban las brisas, así se titula una novela de Mavel Moreno 

Parece ser que la única inquieta por la ausencia de los vientos alisios en diciembre no era solamente yo. Joaquín Mattos Omar, escritor barranquillero publicó en el diario El Heraldo, de Barranquilla, una nota sobre las tradicionales brisas decembrinas, que ya no aparecen sino para carnavales, específicamente en febrero.

Para una persona aficionada a la Astronomía, como es mi caso, el pronóstico del clima es importante; el éxito o el fracaso de nuestras observaciones del cielo, nocturno especialmente, depende de las condiciones atmosféricas. En caso de que se presenten bancos nubosos, la brisa es de gran ayuda, ya que moverá el obstáculo que no nos permite hacer nuestro trabajo.
En Facebook apreció esta notificación:


Y los comentarios no se hicieron esperar, :



Inventándole nombres a los vientos que soplan en mi ciudad

A la realidad del clima de La Arenosa, se le puede agregar un poco de fantasía que refresque nuestros días; de todas formas, qué diría la escritora Marvel Moreno si ya las brisas no llegan en diciembre.

"La temperatura promedio es de 27,4 °C. De noviembre hasta principios de abril, coincidiendo con el invierno boreal, soplan los vientos alisios del noreste, mitigando en parte el intenso calor. Hacia fines de junio soplan los alisios del sureste, produciendo el Veranillo de San Juan. Es por esto que en esa época se vive un ambiente parecido a diciembre."
Tomado de Wikipedia.
 

Los 32 puntos tradicionales de los nombres mediterráneos aplicados a los vientos.

 
 
En un libro publicado por el profesor Luís Arjona, de Sabanalarga, se mencionan los tipos de vientos o brisas que azotan la región ganadera del Atlántico, con nombres particularmente autóctonos.
 
Como podemos observar en las fotos de los comentarios publicados en Facebook, el tema de las ventoleras estuvo sobre el tapete en este inicio del año 2016. En los años 90s, cuando bajaba al Paseo Bolívar, centro de mi ciudad, la brisa soplaba implacable y si llevaba puesta una falda, esta podía quedar pegada a la cara descubriendo las piernas y dejando ver la pantaleta y el cuerpo hasta el ombligo. Después que esa falda se levantaba así, era un odisea bajarla, la tela se pegaba a la cara y cubría el rostro como una máscara. Los caballeros felices, lanzaban un pregón al aire: ¡Sopla brisa, sopla! Este viento se llamaría faldero.
 
Norte: El Mallorquín.
Noreste: El Salamanca.
Este: El Magdalena.
Sureste: El Vía Cuarenta.
Sur: El soledad.
Suroeste: El Galapa.
Oeste: El Tubará.
Noroeste: El Porteño.
 

Palo porque bogas, palos porque no bogas

En fin, como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, las condiciones climáticas han cambiado en unos días y ahora hay que salir de noche con blusas manga larga y chal.
 
Todo esto, hasta que llegó EL FRENTE FRÍO.



La expresión del subtítulo bien podría trocarse en 'palos porque venteas, palos porque no venteas'. Ahora yo quejándome por ese viento frío que azota a la ciudad. La Dirección Marítima del puerto de Barranquilla alertó sobre oleaje fuerte debido a que las corrientes de aire podrían alcanzar los 46 K/H.
 
 
"El centro de investigaciones (CIOH) señaló que esta condición meteorológica afecta de manera directa las jurisdicciones de los puertos de Riohacha, Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, San Andrés y Providencia, donde la velocidad del viento estará entre los 15 y 25, ósea de 27,78 km/h a 46,3 km/h, lo normal es que presente de 8 a 10 nudos (de 14,81 km/h a 18,52 km/h), según la CIOH."

 
Qué brisón... Al mal tiempo, buena cara...