Una odisea en el espacio y el
tiempo
Dos destinos han quedado indelebles
en mi hoja de ruta en el mes marzo: La Perimetral y Cosmos. El primero,
enmarcado dentro del Proyecto Apostólico Regional de Provincia de la Compañía
de Jesús y señalado en la agenda como experiencia
de campo en un sector periférico de Cartagena de Indias; el segundo, una
cita ante el televisor con Nat Geo Channel para el lanzamiento del primer capítulo de la serie Cosmos.
Ambos viajes despertaron sentimientos,
emociones, impulsos, disertaciones y preguntas que se entrelazaron, pasando por
eventos adversos y favorables para conseguir el fin esperado de sumergirse sin
temores en la materia oscura o en la terra incognita: Una sociedad más justa y
participativa para todos. Toda una odisea en el tiempo y en el espacio.
Si cosmos es la antítesis de
caos, significando armonía y orden, de dónde sale un barrio tan caótico,
desordenado, con indignas condiciones de vida, rodeado de aguas putrefactas,
traspasado por un caño nauseabundo, próximo a agujeros negros llamados
Meningitis y Hepatitis, donde la delincuencia es el ADN que sellará la genética
de la población.
Cuál fue la molécula equivocada
que extravió su camino evolutivo y se coló en la sangre de una humanidad que
permite se asesine a machetazos a cualquiera, donde personas y animales mueren
con las entrañas regadas en las aceras. Miles de años de evolución, el Cosmos
preparando el gran evento de la formación del planeta Tierra, para que en un
segundo, la vida que ha tardado el tiempo inimaginable y ha viajado por siempre
en el espacio, terminé tan abruptamente. Qué catástrofe planetaria tan desgarradora
es la pobreza, quién ha permitido este canibalismo galáctico; la leche que la
diosa Hera regaló a la Vía Láctea ha sido embotellada sólo para el paladar de
unos pocos privilegiados, que se creen dioses o receptáculos de la ambrosía.
El Cosmos nos pertenece a todos,
su conocimiento está al alcance popular, sólo tienes que encender la TV y allí
están las maravillas del Universo de la mano del Dr. Neil De Grasse Tyson. Sin
embargo, al abordaje de esa nave se le ha pasado tarjeta de invitación sólo al
30% de la humanidad; en barrios como La Perimetral los derechos humanos son de
semántica imprecisa y al indagar en el diccionario cotidiano da error en la
búsqueda: No hay TV cable, internet, teléfonos, alcantarillado, vigilancia, recolección de basuras, hospitales,
recreación, Dios, Biblia, ni educación. Comandantes altruistas, aborten misión
estelar “Objetivos del Milenio”, no se dan los mínimos aceptables para el
cumplimiento de los estándares de seguridad en el hangar de La Justicia: los
chips Libertad, Bienestar y Virtud están congelados.
Ahora en las pantallas aparece la
invitación para vivir un episodio más favorable en el viaje hacia La Perimetral
y Lipaya solicitando la presencia de Jesucristo, el ‘mártir de la ciencia del
Calvario’, trascendental para el éxito de la misión “Proyecto Apostólico de
Regionalización”. Qué Él tome el mando de esta nave y con su inspiración nos
guie a través del tiempo y del espacio rumbo al 70% de la humanidad que no tiene
ni idea de lo que es Cosmos.
Que sepamos percibir las señales de
sufrimiento que nos llegan a través de los radiotelescopios, responder
impulsados por el Evangelio y discernir para actuar consecuentemente con lo
expresado por el Padre General Adolfo Nicolás, SJ: “Son grandes los desafíos
que se tienen para consolidar el modelo de regionalización: tener en cada
región quién lidere el proceso; que los colegios actúen como plataforma de
apoyo; que se trabaje en espíritu de colaboración con otros; y que se logre la
articulación de las obras llamadas transversales porque tienen una irradiación
nacional con las regiones.”
“Standing up in the Milky Way”,
contigo y conmigo, con todos los viajeros que quieran abordar la nave hacia
mundos desconocidos u olvidados como Lipaya, La Perimetral, Barlovento, Las
Colmenas, Rebolo, Pinar del Río, Las Flores, Las Cayenas. Con este plan de
vuelo, lancémonos a la odisea de combatir la pobreza a la luz de los valores
evangélicos y cívicos, asumiendo compromisos concretos con los menos
favorecidos para la construcción de una sociedad más justa y participativa.
Sólo así Cosmos será patrimonio de la Humanidad.
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